viernes, 05 septiembre 2025

Si es Texas, que sea en serio: estándares, logística y resultados

S,Calleja

La fotita es efectiva, ahí los ven en  portada, a unos le queda bien el traje y a optros mejor que vuelban a la tienda y cambien inmediatamente  : una fila de trajes oscuros bajo un cartel rojo visible desde el otro extremo del aparcamiento. Bajo el sol abrasador de San Antonio, entre maletas llenas de humedad, vinos, quesos y sal de Janubio. Conviene tomar aire y consultar el mapa: Texas no es sinónimo de “todo el sur de Estados Unidos”, pero para vender con éxito, Texas es más que suficiente. En ese estado, H-E-B no es solo un supermercado; es casi una institución cívica. Genera decenas de miles de millones en ingresos, opera cientos de tiendas y, lo más importante, influye allí donde pone el pie: domina San Antonio, compite en Houston y marca el estándar de “calidad por la que merece la pena pagar”. Para quien busque una puerta de entrada seria para productos gourmet, hay pocas tan extensas y consolidadas.

Dicho esto, no confundamos deseo con geografía. H-E-B opera en Texas y México. Punto. Florida no es Texas. Georgia tampoco. Esta distinción importa porque presentarse como “referente en el sur de EE. UU.” suena rotundo, pero es un blanco fácil para el ridículo. ¿Significa eso que el viaje no merece la pena? Al contrario. Precisamente porque el alcance es claro, el desafío es tangible: lograr un impacto sólido en un mercado inmenso y exigente, con clientes acostumbrados a comprar local y a valorarlo. Si Lanzarote encaja en este escenario, la recompensa no es meramente simbólica; se traduce en ingresos, empleo y una presencia reconocida en lineales que valen más que muchos anuncios.

La crítica del PSOE llega como una ducha fría. “Un cuarto de millón en un viaje mientras el Cabildo está en quiebra técnica”, denuncian. Y añaden términos de peso: opacidad, adjudicación a dedo, gastos sin desglose, propaganda. El argumento no puede resolverse solo con una foto sonriente. Si hay dinero público, la explicación debe ser pública: contratos, facturas, objetivos, cronograma, evaluación. La isla afronta escasez de agua, vivienda inexistente y servicios que hacen aguas. En este contexto, cualquier gasto no justificado suena a altavoz con la batería agotada.

Es crucial recordar cómo funcionan cadenas como H-E-B: no basta con impresionar a un directivo durante una visita guiada. Son esenciales la homologación de proveedores, un etiquetado impecable, logística precisa, seguros, cumplimiento sanitario y un suministro constante. No es poesía; es contabilidad. Si las bodegas, queserías y obradores de la isla aspiran no solo a entrar, sino a permanecer en este mercado, deberán operar a ese nivel de forma constante cada mes. Y si el Cabildo está realmente “apoyando” la operación, debe ofrecer algo más que aplausos: apoyo técnico, acceso a distribuidores y resultados medibles. Sin esto, el viaje se queda en un simple selfie.

 

Dicho todo lo anterior, y reconociendo el legítimo reproche socialista, esta aventura merece un sí cauteloso. Sí, porque el canal es el adecuado y el cliente texano puede enamorarse de una malvasía volcánica o de una sal magnifica. Sí, porque el prestigio se construye donde la gente compra, no en presentaciones de PowerPoint. Y sí, porque si la isla solo se mira a sí misma, corre el riesgo de venderse una épica de cartón piedra. Cautelosamente optimista, porque sin transparencia la oportunidad se convierte en sospecha; y sin plan, en turismo institucional. La política adulta consiste en apoyar lo que puede funcionar mientras se exige cada documento, cifra y plazo.

En última instancia, todo se reduce a algo sencillo: dar a los productos de Lanzarote una oportunidad real allí donde los carros salen llenos. H-E-B aporta visibilidad, volumen y reputación. El Cabildo debe aportar método, datos y verdad. Y el PSOE, para ser constructivo, debería mantener el escrutinio y presentar alternativas concretas para ampliar el mapa más allá de Texas. Todo lo demás es ruido. Lo que importa es si, dentro de seis meses, botellas, quesos y tarros con etiqueta lanzaroteña están vendiéndose en San Antonio, Houston o Austin. Si es así, tocará aplaudir. Si no, habrá que pedir explicaciones sin titubeos, como siempre se ha hecho.

Al final, se trata de no vender ilusiones y de no hablarle a la isla como si fuera menor de edad. Texas no es el mundo entero, pero es un buen punto de partida. Si Lanzarote entra por esa puerta con confianza y cifras claras, será difícil sacarla de la sala.

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