martes, 06 mayo 2025

Machismo a la carta: cuando insultar al alcalde no activa la alarma feminista

S.Calleja

Por más que lo intente, la política local siempre supera a la ficción. Ayer, en el salón de plenos del Ayuntamiento de Arrecife, no hizo falta que sonaran trompetas ni que saliera un payaso de la caja. Bastó con una frase: “Buenos días, Capitán Pescanova”. La soltó la concejala socialista Cristina Duque tras tomar la palabra, y la dirigió al alcalde de la ciudad, Yonathan de León, del Partido Popular. En plena sesión pública. En sede institucional. En la casa de todos.

La frase parecía sacada de una tarde de memes en Twitter, no de una intervención política seria. Pero más allá del chascarrillo ramplón, lo que hizo Duque fue una falta de respeto que no tiene defensa, ni gracia, ni categoría. No la tuvo para el alcalde —visiblemente molesto—, ni para la institución, ni para su propio grupo municipal. Ni siquiera para su portavoz, Alfredo Mendoza, hombre contenido y serio, que seguramente deseó en ese momento estar en cualquier otro lugar del mundo.

Si alguien del PP, o de cualquier otro partido, hubiera llamado a Cristina Duque “Comandanta Barbie Náutica”, por ejemplo, hoy tendríamos desplegado todo el argumentario feminista al uso. Estarían sacando brillo a la consigna de “me lo dice porque soy mujer”, y las redes sociales hervirían con acusaciones de machismo estructural. Habría notas de prensa, manifiestos, comunicados de Igualdad y, con suerte, alguna performance en el Charco.

Pero no. Como la que insulta es una mujer —y socialista—, parece que todo vale. Esa doble vara de medir, esa hipocresía de fondo, es uno de los cánceres del feminismo institucionalizado. El que se aplica según la conveniencia, y no según el principio.

El alcalde respondió en sus redes con dureza, y se entiende: “La señora Duque —que al parecer sigue en su 'fango' dialéctico— me ha llamado así en el salón de plenos. Una expresión para la persona que representa, con honor, a la ciudad de Arrecife y a sus más de 72.000 ciudadanos. La señora Duque debe estar, al parecer, con un cerebro suplantado… y carente de educación”. Sí, fue una reacción frontal, quizás excesiva en las formas, pero legítima en el fondo. Porque cuando la otra parte no respeta, es difícil mantener la compostura sin parecer tonto.

No se trata de proteger a Yonathan de León ni de glorificarlo —él solo ya se encarga de subir a las alturas su propio personaje público—. Se trata de exigir respeto a quien lo representa todo en un pleno municipal: al cargo, al acto institucional, y a los ciudadanos. Duque no insultó solo a un alcalde. Insultó a la democracia que dice defender.

Lo más preocupante es que este episodio no es aislado. Es otro síntoma más de la degradación del debate político en Lanzarote, donde cada vez se valora menos el fondo de las políticas y más el impacto de las ocurrencias. El populismo cutre ha infectado incluso a quienes iban de progresistas ilustrados. Que Cristina Duque haya elegido el chascarrillo sobre el argumento revela no solo su estilo, sino también su techo.

Volviendo a la imagen inicial: no, esto no es una escena de una serie de humor. Es la política real de una capital insular con más de 72.000 habitantes. Donde una concejala cree que puede convertir el pleno en una chirigota sin consecuencias. Donde el respeto institucional se esfuma y se reemplaza por el zapping verbal. Donde cualquier hombre que dijera lo mismo a una mujer tendría hoy la fiscalía llamando a la puerta. Pero como fue al revés, silencio.

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