‘¡Viva el vino!’… pero con impuestos justos: PTG reta a los diputados de la isla

 

 

Pejeverde

Primero Teguise (PTG) ha brindado por el vino de Lanzarote, pero lo ha hecho con el gesto torcido. Su presidente, Jonás Álvarez, reclama a los diputados con acta por la isla que levanten la voz ante un trato fiscal que considera “incomprensible”. El motivo: el Índice de Rendimiento Neto (IRN) que Hacienda asigna a la uva para la Denominación de Origen (D.O.) sitúa a Lanzarote en el 0,16 %, mientras muchas zonas de Gran Canaria o Tenerife tributan al 0,11 %. El resultado es sencillo de traducir: más impuestos para los viticultores lanzaroteños.

Álvarez recuerda que la Malvasía volcánica se cultiva en hoyos excavados en ceniza, una labor manual que no admite maquinaria y precisa más horas-hombre que el sistema en espaldera dominante en otras islas. “No se puede premiar la comodidad en Gáldar y castigar el esfuerzo en La Geria”, sostiene. A su juicio, la actual tabla del IRN refleja, otra vez, la brecha entre islas capitalinas y periféricas pese a que el producto lanzaroteño es, insiste, “más exclusivo y reconocido”.

El partido insular lamenta que los cuatro diputados con escaño por Lanzarote no hayan detectado la desigualdad ni impulsado una corrección vía BOE. También señala que las subvenciones anunciadas por el Gobierno de Canarias carecen aún de calendario y que, a estas alturas del año, solo el Cabildo aparece como posible salvavidas con líneas propias de ayuda.

La reclamación llega, además, con la resaca del Día de Canarias, efeméride en la que PTG aprovecha para recordar que la identidad autonómica también se embotella: “Si algo merece un ‘¡Viva el vino!’, parafraseando a Mariano Rajoy, es nuestra Malvasía y no la fiscalidad que la encarece”, ironiza Álvarez. El dirigente pide “ni más ni menos que el mismo trato” y emplaza a Cabildo y Parlamento a mover ficha ante la Consejería de Hacienda.

Mientras tanto, los viticultores de Lanzarote siguen pagando un IRN más alto por cosechar en tierra volcánica; un sobrecoste que, según PTG, penaliza la viabilidad de un paisaje agrícola cuyo valor patrimonial y turístico nadie discute. El brindis, por ahora, queda en suspenso.