martes, 03 junio 2025

Las orcas regresan a Lanzarote: la ruta del atún rojo pone a la isla en su radar

FOTO. Orcas frente a las costas de Lanzarote ayer. Lancelot digita.

S. Calleja

La mañana del 1 de junio de 2025, varios navegantes que faenaban frente a Puerto del Carmen, Lanzarote, avistaron a un trío de aletas negras que irrumpió entre las olas. Las imágenes fueron tomadas por los expertos de la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en el Archipiélago Canario (SECAC), que estudia los cetáceos en Canarias desde hace más de tres décadas. El grupo avistado estaba compuesto únicamente por dos individuos: un macho y una hembra. Sobre las orcas que visitan las islas se conoce aún muy poco, aunque se cree que se trata de una población reducida y de hábitos oceánicos. El vídeo, difundido por Lancelot Digital, muestra a los animales nadando con calma, sin signos de estrés ni interacción con embarcaciones, un comportamiento que —según biólogos locales— confirma el carácter meramente exploratorio de estos cetáceos en aguas orientales del archipiélago.

La visita enlaza con un rosario de apariciones que, aunque esporádicas, dibujan ya una pequeña historia insular: en 2009 la SECAC documentó un grupo de 14 ejemplares al noreste de Lanzarote y obtuvo biopsias que aún hoy nutren estudios genéticos sobre la población ibérica de orcas; tras casi una década de silencio, la Red GTOA empezó a recibir en 2021 los primeros avisos de animales que, después de interactuar con veleros en el golfo de Cádiz, siguieron rumbo sur hasta Gran Canaria. En 2023 el foco volvió a moverse: científicos de CEAMAR filmaron orcas entre Tenerife y El Hierro en julio y un vídeo de surfistas captó un pequeño grupo en Morro Jable, Fuerteventura, a finales de agosto. La ruta pareció consolidarse en abril de 2024, cuando operadores de whale-watching de Tenerife hablaron de un “avistamiento excepcional” coincidiendo con la llegada primaveral del atún rojo.

La clave de estas incursiones está, precisamente, en el atún: la población ibérica de orcas sincroniza sus desplazamientos con la migración del Thunnus thynnus, que entre marzo y junio avanza por la Corriente de Canarias hacia el Mediterráneo y, en ocasiones, deja bancos rezagados alrededor de Lanzarote y Fuerteventura. Estudios de Orca Ibérica subrayan que los grupos siguen a la presa hasta encontrar suficiente biomasa antes de regresar al estrecho de Gibraltar. A ello se suma la peculiar geografía marina: el talud oceánico cae a más de 3.000 metros apenas unas millas al este de las islas, lo que permite a los depredadores aprovechar presas de aguas profundas y replegarse rápidamente mar adentro sin acercarse demasiado a la costa.

 

 

 Para los investigadores —SECAC en tareas de foto-identificación, la GTOA recopilando alertas de navegantes y entidades como CEAMAR o la ULPGC analizando contaminantes— cada aviso es una pieza de un puzle que todavía tiene huecos. La reciente serie de interacciones con veleros, documentada por el GTOA y analizada en detalle por medios como El País, revela pautas de juego y aprendizaje social que podrían extenderse a Canarias si aumenta la frecuencia de paso de los grupos ibéricos. Por eso, biólogos y autoridades insisten en notificar cualquier encuentro: convertir la curiosidad popular en datos sólidos permitirá saber si estas orcas son simples viajeras oportunistas o si el oriente canario está, poco a poco, entrando en su mapa migratorio habitual.

 

 

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