viernes, 23 mayo 2025

El PP reprocha a CC su “ingenuidad” tras confiar en las promesas de Sánchez

Pejeverde

Las colas en el control de pasaportes se alargan como si fueran parte del paisaje volcánico. Es mediodía, pero parece medianoche: la paciencia de los viajeros y la plantilla policial están en su punto más crítico. A unos pocos kilómetros, en la sede insular del Partido Popular, Astrid Pérez afila su crítica con la contundencia de quien no necesita subrayar lo obvio: "Que el Gobierno del PSOE no cumpla sus promesas es algo que ya no debería sorprender a nadie".

La frase no es nueva, pero su contexto sí. El aeropuerto de Lanzarote, puerta de entrada a un territorio insular sobrecargado, se encuentra con apenas 11 nuevas vacantes policiales ofertadas. Muy lejos de los 45 agentes prometidos por el Gobierno de Pedro Sánchez. Una cifra que había sido anunciada con fanfarria y que ahora queda como otra promesa evaporada al calor de los focos.

“Era previsible”, reconoce Pérez, sin titubeos, refiriéndose al “engaño” del que dice haber sido víctima el presidente del Cabildo, Oswaldo Betancort. Ambos partidos, Coalición Canaria y el PSOE, habían sellado su confianza en una mejora policial inmediata. Pero la realidad —esa fuerza implacable— se ha impuesto. Y el Cabildo, dice Pérez, ha pecado de ingenuo.

La crítica va más allá del número de agentes. Señala un patrón, una reiteración de gestos vacíos que, según la líder del PP, se repiten con una cadencia que ya ni escandaliza. “El Gobierno de Pedro Sánchez está fallando a Canarias en todos los frentes”, lanza Pérez, como si con cada palabra buscase un eco más amplio que el de la política insular. Lo que está en juego, sugiere, no es solo la seguridad en el aeropuerto, sino el respeto institucional hacia Lanzarote.

Hace apenas una semana, el Parlamento insular tumbaba —gracias a los votos del PSOE y CC— una iniciativa del PP para exigir más policías. Entonces, se argumentó que no era necesario, que ya estaba todo garantizado. Hoy, esa certeza se desinfla entre colas de turistas, desesperación en los controles y una nueva tormenta política.

Pérez, con verbo seco y gesto de advertencia, lanza su diagnóstico: “La ingenuidad y la paciencia tienen un límite”. No es una amenaza, pero suena como una cuenta atrás.

En la terminal de llegadas, los turistas siguen esperando. Al otro lado, en los despachos de la política, también.

 

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