miércoles, 18 junio 2025

“Vete por la sombrita”: árboles low-cost contra la ola de calor

S.Calleja

No conozco personalmente a Sheila Guillén, pero sí he seguido de cerca el trabajo de Servando Pérez Dorta al frente del Comité Local de Nueva Canarias en Arrecife. Y, aunque su partido aún no tenga asiento en el pleno, sus últimas propuestas —incluida la que hoy nos ocupa— se sostienen sobre una idea simple y eficaz: devolver la ciudad a la gente empezando por sus plazas. "Vete por la sombrita” parte de un diagnóstico obvio y, sin embargo, desatendido: trece plazas de Arrecife se han convertido en hornos de hormigón capaces de sumar cinco grados al termómetro cuando aprieta el sol.

El plan propone plantar árboles, instalar pérgolas, fuentes y bancos, convertir esos descampados de piche en oasis urbanos y, de paso, frenar las islas de calor que ya obligaron a cerrar colegios el verano pasado. No hablamos de macro-obras ni de presupuestos desorbitados, sino de intervenciones ligeras que caben en las líneas europeas de adaptación climática y urbanismo verde que otras ciudades ya están aprovechando. Detrás de la iniciativa late la mano de Servando, un dirigente que viene encadenando proyectos realistas.

Hace solo unas semanas, junto a la propia Sheila, presentó “100 % Arrecife”, un plan para blindar el comercio de proximidad frente a la tormenta económica global. Sumen a eso las campañas de orgullo ciudadano o las reclamaciones sobre los accesos al Molina Orosa y se entiende por qué el canarismo arrecifeño, sin concejales, sigue colándose en la conversación pública. Su fuerza está en el tono: proponen más que protestan, calculan costes y se anticipan al dinero que otras administraciones devuelven por falta de proyectos. Servando preside, Sheila porta la voz, y juntos han tejido una agenda que, si no cambia nada, les dará una ventaja moral (y quién sabe si electoral) de aquí a 2027.

La pelota queda ahora en el tejado del Ayuntamiento. Redactar memorias técnicas, pedir fondos y plantar los primeros ficus antes de que llegue julio costaría menos que una rotonda decorativa y rendiría mucho más: confort térmico, vida de barrio y una señal inequívoca de que Arrecife no se resigna a freírse al sol. Las ciudades inteligentes empiezan por la sombra; ignorarla es, literalmente, quemar oportunidades.

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