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Pedro Hernández: “Entregar 10 km² al oligopolio de las renovables no es transición”

Pejeverde

La isla discute unas Zonas de Aceleración de Renovables que, a día de hoy, no están firmadas. Lo que hay es un protocolo y una cartografía de trabajo que deberán someterse a información pública y evaluación ambiental antes de cualquier delimitación definitiva. El presidente insular ha anunciado que se corregirá lo publicado y que el objetivo es reducir la ocupación al 1%, tras la polémica por los porcentajes más altos manejados inicialmente. También se ha comprometido a publicar los planos que, asegura, pasaron por la Reserva de la Biosfera. En paralelo, desde el área de Ordenación Territorial se habla de “error” en los mapas y de reiniciar el trámite. En síntesis: procedimiento abierto, ningún suelo adjudicado.

En ese contexto, el activista y profesor lanzaroteño Pedro Hernández pone orden a la cronología: “Es importante la memoria y los hechos probados para entender la realidad y la palabra ‘zonas de aceleración’”. Recuerda que “a mediados de julio se presentó un acuerdo del que no se conocía el contenido y a mediados de agosto se publicó en el boletín un documento que luego cada cual explicó de una manera distinta”. Durante esas semanas, dice, “estudiamos ese documento y explicamos a la ciudadanía el disparate que proponía: polígonos en Caleta de Caballo y La Santa, el Picacho, La Degollada, Playa Blanca hacia Papagayo, la costa turística de Tías, Arrecife y Arrieta”. Y añade un dato clave: “Los parques eólicos de la isla, salvo el de Los Valles que es mixto, son de propiedad pública a través del Consorcio de Aguas. Lanzarote había quedado al margen de ese modelo de conseguir suelo y entregarlo al oligopolio”.

Hernández alerta de que el baile de porcentajes no resuelve el fondo: “El 1% son cerca de 10 kilómetros cuadrados. La intención es entregarle 10 km² al oligopolio energético, estableciendo parques allí donde los inversores consideren”. Su alternativa es concreta: “Primero las cubiertas y los suelos antropizados; nos sobra energía si ocupamos ahí y no destrozamos nuevo suelo”. Pide “autoconsumo y comunidades energéticas, almacenamiento distribuido por comarcas y apoyos térmicos de seguridad como los generadores de un hospital: el éxito es no usarlos nunca, pero deben estar listos en un minuto”. También cuestiona la carrera normativa: “La directiva europea no está completamente traspuesta; ¿cuál es el marco jurídico que obliga a correr así?”. Y cruza economía y paisaje: “La factura que hoy paga Lanzarote al oligopolio puede revertir en la ciudadanía si se actúa sobre naves, techos industriales y edificios públicos. El paisaje es nuestro principal recurso desde hace 60 años; no es moneda de cambio”.

¿Qué toca ahora? Si se corrigen los mapas y se relanza el expediente, la discusión debe pasar de los titulares a los lugares concretos y a quién captura la renta. Información pública real, cartografía barrio a barrio, criterios transparentes y prioridad efectiva de tejados y suelos ya degradados. Hernández resume su posición en una frase que difícilmente admite réplica en una isla turística: “Renovables, sí; pero a la lanzaroteña: con método, sin regalar suelo y sin tocar el paisaje que nos da de comer”. Hasta que no haya documentos firmados y expuestos, lo honesto es reconocerlo: seguimos en fase de procedimiento.

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