Cabrera defiende “poner orden” y activa la estética de Arrecife
Pejeverde
En un artículo de opinión del concejal del gobierno de Arrecife, Maciot Cabrera, se reivindica el “orden”. Dice: “Hay decisiones en política que serán incómodas… y, sin embargo, con el tiempo se agradecen”. Habla de la Ordenanza Estética: “No hablamos de imponer un gusto, sino de proteger una identidad”. Identidad de puerto: “Arrecife fue puerto antes que ciudad”, con “el blanco encalado que resistía la sal y el viento”.
Cabrera encuadra la medida en un paquete: Plan General supletorio aprobado, Catálogo de Patrimonio en marcha y ordenanza para que “barrios, centro y zonas industriales hablen un mismo lenguaje”. Base técnica: el BIOCRIT, “una herramienta necesaria para poner orden”.
Admite fricción: “Sé que esta decisión es controvertida, espinosa, incómoda”. Responde al “cada uno en su fachada” con una alerta: sin reglas, Arrecife acabará “indistinguible de cualquier polígono anodino”. Y remata: “Lo fácil sería no hacer nada (así lo han hecho otros)… Lo difícil, asumir la responsabilidad de poner orden”.
El reto real empieza ahora: aplicar sin arbitrariedad, comunicar claro y medir resultados. Si el BIOCRIT se traduce en criterios y plazos, habrá avance. Si no, será otro papel.
Artículo de Opinión.
Maciot Cabrera. Concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Arrecife.
El riesgo de poner orden
Hay decisiones en política que uno sabe de antemano que serán incómodas, discutidas, incluso impopulares al principio. Decisiones que levantan ampollas, que generan titulares fáciles y comentarios furibundos en redes. Y, sin embargo, son esas mismas decisiones las que con el paso del tiempo se agradecen. Porque gobernar no es dejarse llevar por la corriente del momento, sino atreverse a fijar un rumbo, aunque haya temporal.
I.UNA APUESTA INCÓMODA PERO NECESARIA
La Ordenanza Estética de Arrecife pertenece a esa categoría de medidas que no son cómodas, pero sí necesarias. Quien crea que esto es un capricho se equivoca. No hablamos de imponer un gusto, sino de proteger una identidad que, si no la cuidamos, se disolverá entre fachadas disonantes, carteles estridentes y medianeras olvidadas.
Conviene recordar que Arrecife fue puerto antes que ciudad, y esa condición está en el corazón de su estética. Su fisonomía nació mirando al mar: el blanco encalado que resistía la sal y el viento. Perder esa coherencia sería como perder la brújula: un error que nos condenaría a la banalidad.
Sé que esta decisión es controvertida, espinosa, incómoda. Habrá quién la vea como intromisión, quién reclame libertad absoluta para cada fachada. Lo entiendo. Pero también sé que si no fijamos reglas claras, dentro de unos años Arrecife será indistinguible de cualquier polígono anodino. Y entonces, los mismos que hoy critican nos reprocharán no haber enderezado el rumbo a tiempo.
II. UN PAQUETE DE DECISIONES VALIENTES
Y digo que esta no es la única medida arriesgada que hemos tomado. Hace unos meses aprobamos el Plan General de Ordenación Supletorio, después de décadas de bloqueo, sabiendo que cada línea iba a ser discutida. Y ahora trabajamos en el Catálogo Municipal de Patrimonio, que en breve saldrá adelante para proteger de forma definitiva nuestros bienes inmuebles de valor histórico.
Son todas decisiones valientes y polémicas, sí, pero absolutamente imprescindibles. Porque una ciudad sin reglas claras, sin planeamiento y sin memoria, es una ciudad sin futuro.
III. IDENTIDAD FRENTE A DESORDEN
La ordenanza estética no nace del capricho. Se ampara en el BIOCRIT, un documento elaborado por un equipo multidisciplinar bajo el paraguas de la Reserva de la Biosfera. Es un análisis riguroso que da respaldo técnico y legitimidad a esta apuesta. No es una ocurrencia política, sino una herramienta necesaria para poner orden donde hasta ahora reinaba la arbitrariedad.
Quiero ser claro: no se trata solo de blanco o negro, de carteles más grandes o más pequeños. Se trata de que Arrecife recupere su pulso como ciudad con identidad, que sus barrios, su centro y hasta sus zonas industriales hablen un mismo lenguaje. Que cuando alguien nos visite, sepa que está en Lanzarote, una isla diferente, y no en un lugar cualquiera.
IV. EL VERDADERO RIESGO
Y sí, habrá debate, como siempre. Pero peor que discutir por el color de una fachada sería resignarse al desorden. Porque lo fácil sería no hacer nada (así lo han hecho otros), por supuesto; lo difícil, asumir la responsabilidad de poner orden.