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Dependencia digital al descubierto: cuando la radio de pilas se convirtió en un bien de primera necesidad

S.Calleja

A las 11:33 del mediodía de ayer 28 de abril de 2025, un silencio eléctrico se extendió por la península ibérica. En cuestión de segundos, España y Portugal quedaron sumidas en la oscuridad: semáforos apagados, trenes detenidos, hospitales operando con generadores y ciudadanos buscando respuestas en un mundo sin internet ni televisión. En medio de este caos, la radio, ese medio que muchos consideraban obsoleto, se convirtió en el único canal de información confiable.

En Lanzarote, las islas Canarias y Baleares, al estar desconectadas de la red eléctrica continental, observaron desde la distancia el colapso de la península. Las imágenes de ciudades paralizadas y ciudadanos desorientados llegaban a través de plataformas digitales y televisión. Sin embargo, al día siguiente, al viajar desde Lanzarote a Madrid y luego a Lisboa, la realidad se hizo palpable: la dependencia de la electricidad y la conectividad digital había dejado a millones incomunicados.

 

En Madrid, los supermercados operaban solo con efectivo, los cajeros automáticos estaban fuera de servicio y las estaciones de metro colapsadas. Los ciudadanos, acostumbrados a la inmediatez de la información digital, se encontraron buscando radios de pilas para entender qué estaba sucediendo. Las tiendas, sin embargo, ya estaban vacías; las radios portátiles se habían agotado en cuestión de horas. En Lisboa, la situación era similar: la demanda de radios superó la oferta, y muchos se quedaron sin acceso a información veraz en medio de la incertidumbre.

Este apagón masivo, el más grave en la historia reciente de la península, dejó en evidencia la fragilidad de nuestra dependencia tecnológica. La radio, ese medio que muchos daban por muerto, resurgió como la única fuente de información confiable.

 

Este evento nos obliga a reflexionar sobre la importancia de mantener medios de comunicación independientes de la red eléctrica y de internet. La radio, con su capacidad de funcionar con baterías y su amplia cobertura, se presenta como una herramienta esencial en situaciones de emergencia. Es un recordatorio de que, en un mundo cada vez más digitalizado, lo analógico sigue teniendo un lugar fundamental.

La experiencia vivida en estos días nos enseña que debemos estar preparados para lo inesperado. Tener una radio de pilas en casa ya no es una cuestión de nostalgia, sino de supervivencia. Porque cuando todo falla, la radio sigue ahí, transmitiendo voces que informan, acompañan y, sobre todo, conectan.

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