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Playas caninas en la península versus Islas Canarias: un análisis crítico sobre el uso obligatorio de correas

S Calleja

Cuando los días calurosos del verano,como estos últimos en Lanzarote, llegan, todos buscan un poco de alivio en el refrescante abrazo del mar, incluyendo a nuestros leales amigos caninos. Afortunadamente, cada vez son más los ayuntamientos que habilitan playas para que nuestras mascotas puedan disfrutar junto a nosotros. Sin embargo, existen restricciones que parecen no tener sentido, y de ello nos gustaría hablar hoy.

Las playas son espacios abiertos, lugares donde tanto las personas como los animales podrían poder disfrutar de cierta libertad. Sin embargo, algunos ayuntamientos exigen que los perros estén atados con correa incluso en estas áreas, una medida que resulta, en nuestra humilde opinión, anticuada y desfasada.

Miremos, por ejemplo, la península. En la gran mayoría de las playas del Mediterráneo o del Atlántico, tanto en Andalucía como en otros lugares, se permite que los perros disfruten libremente sin estar atados. Y aun así, en ciertas playas de las Islas Canarias, como la de Guacimeta en San Bartolomé, se insiste en mantener a nuestros amigos caninos con correa, incluso en espacios habilitados específicamente para ellos.

Comparemos esto con la playa de Las Coloradas en Playa Blanca, municipio de Yaiza. Allí, los perros pueden disfrutar de la playa sin correa durante dos tramos horarios al día, y siempre que se cumplan estrictas normas de higiene y seguridad. Un modelo más razonable, en mi opinión.

Claro, entendiendo y apoyando las medidas que buscan mantener limpias nuestras playas y preservar la salud pública. Recoger los excrementos de nuestras mascotas y llevar bolsas y líquidos desinfectantes es fundamental, y quienes no cumplen con estas normas deben ser sancionados. Sin embargo, mantener a los perros atados con correa en la playa parece ser una medida excesiva que limita la libertad de nuestras mascotas en un entorno donde puede poder disfrutar al máximo.

Los perros son seres sociales y activos que necesitan correr, jugar y explorar para estar saludables y felices. Al limitar su movimiento en la playa con el uso obligatorio de la correa, estamos privándolos de una parte importante de su naturaleza.

Las mascotas, como los humanos, necesitan un poco de libertad, especialmente en espacios abiertos como las playas. El ayuntamiento debiera a reconsiderar estas medidas y permitir que nuestras mascotas disfruten de la playa tanto como nosotros lo hacemos, porque al final del día, ellos también son parte de nuestras familias y podrían poder disfrutar de las bondades del verano sin necesidad de restricciones.

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